Corrían los primeros días del mes de febrero del año 2006.
A idea de nuestro por entonces Presidente de la Asamblea Permanente de Derechos
Humanos Dr. Fidel Gutiérrez (Fide) y el aporte importante de nuestra compañera
Dra. Costa Sossa Márquez (Stría. Permanente de la A.P.D.H.O.) entre algunos
comentarios y reflexiones sobre lo que la televisión de manera sensacionalista
publicaba en esos días sobre “las magníficas de un tal Pablo Manzoni”, vino o
se dio la pregunta clave entre quienes nos encontrábamos en la oficina de la
APDHO: “¿Quiénes son las verdaderas magníficas o a quiénes se les debería reconocer
como magníficas?”. Entonces pensamos en algunas mujeres que dieron o siguen
dando la vida por un mundo mejor, que lucharon o siguen luchando por un país
mejor. Haciendo un poco de memoria, dijimos y pensamos en Micaela Bastidas,
Bartolina Sisa, Gabriela Mistral, Domitila Chungara, por mencionar algunas, y
tantas otras que ni siquiera se las nombra en algún canal o programa de
televisión. Nosotros pensábamos en “nuestra magnífica” y el Fide en aquellos
tiempos la presentó de la siguiente manera:
La Hna. Carolina Ortega nació en Pastura, Nuevo México, USA,
el 4 de julio de 1918. Fue hija de una familia de cinco hermanos. Sus padres
fueron: Albert Ortega y Caroline Clansey. Cursó sus estudios de primaria
y secundaria en un establecimiento católico dirigido por las Hermanas de Loreto,
en El Paso - Texas. Se profesionalizó como secretaria ejecutiva y trabajó
en Hollywood durante la segunda guerra mundial.
Ingresó a la comunidad religiosa de Nuestra Señora de la
Victoria en la casa madre de Hungtinton, Indiana, el 5 de agosto de 1947 e hizo
sus primeros votos en 1950. En 1968 llega a Bolivia como misionera. Desde entonces
se queda a trabajar en Oruro.
Como mujer de amplia visión y espíritu de lucha, al ver las
grandes necesidades de la juventud orureña, en particular de los
universitarios, una de sus primeras tareas fue organizar la biblioteca CESU
(Centro de Estudiantes de Secundaria – Universitaria) con fondos provenientes
de la comunidades de Nuestra Señora de la Victoria, en 1972.
Inicia la biblioteca para universitarios en la zona noreste
de la ciudad. Posteriormente la amplia para los estudiantes de secundaria. Al
presente sigue funcionando dicha biblioteca del CESU. Al mismo tiempo la
hermana Carolina apoyó a los jóvenes en el aprendizaje del inglés. Tampoco descuidó
la tarea encomendada a su labor como religiosa; impartió clases de crecimiento
espiritual a numerosos feligreses en la parroquia San Pío X. Conociendo de
cerca la injusticia y el sufrimiento del pueblo boliviano, bajo el gobierno de
facto del Cnl. Hugo Banzer Suárez, decide participar de la organización de la
Asamblea Permanente de Derechos Humanos en Oruro, junto a otros religiosos,
dirigentes sindicales y universitarios, en el año 1978, dos años después de que
fuera fundada a nivel nacional en la ciudad de La Paz.
Desde un principio tomó parte de las decisiones que atañen
a la protección de los presos y perseguidos por los gobiernos de turno. En el
transcurso de los años se la nombra varias veces Presidenta del Comité
Ejecutivo Departamental de la APDHO en cuyas gestiones no escatimó esfuerzos ni
riesgos en la lucha social. Por la labor desplegada en favor de la defensa y
respeto de los Derechos Humanos, se la nombra Presidenta Vitalicia de la
Asamblea Permanente de Derechos Humanos, título que ostenta orgullosamente.
Trabaja activamente hasta los primeros meses de 2005 en
este organismo. El saludo de despedida de la Hna. Carolyn, al final de las
reuniones y conversaciones entre los miembros de la Asamblea, aún queda fresco:
“Nos vemos en la lucha”.
Quienes entablaron amistad con la Hna. Carolina, cuentan a
menudo la valerosa acción que tuvo durante la dictadura de Luis García Mesa. En
ocasión de ser allanado el domicilio particular donde habitaba junto a otras
hermanas por agentes paramilitares, en un arranque de valor, quitó el
pasamontañas a uno de los agentes, y le gritó: “¡Te conozco!!!”. El aludido se
metió a correr a la calle despavoridamente.
En alguna oportunidad fue detenida y llevada a La Paz y
quedó encarcelada por algunos días en el panóptico de San Pedro. Estando junto
a los internos de ese centro se ofreció a impartir charlas sobre el Evangelio
para aquellos que se estaban preparando para la primera comunión u otros
sacramentos. Quedaron inolvidables aquellas clases.
La Hna. Carolina ponía énfasis en relacionar los pasajes de
la Biblia con la problemática social de actualidad. Con nostalgia se deben recordar
las reflexiones francas que hacía a algunos políticos de turno por su acertada o
reprochable actuación. Atenta a los vaivenes de los quehaceres de los
dirigentes políticos y sindicales, asistía frecuentemente a actos y seminarios
organizados por ellos.
Fue merecedora de varias distinciones: de la Prefectura de
Oruro; la Central Obrera Departamental; la Asamblea Permanente de Derechos
Humanos de Huanuni, Oruro y Bolivia; de sindicatos mineros y campesinos;
agrupaciones de mujeres y jóvenes.
El retorno a su país de origen en el año 2006, deja un
vacío que difícilmente podrá ser llenado en Oruro. Amigos, dirigentes, jóvenes,
niños del vecindario saludaban y abrazaban a la Hermanita. Con seguridad
auguran que su estadía en Estados Unidos sea reparadora y que no olvide ésta su
segunda patria que le brindó su cariño y respeto.
(Esta nota fue extraída del boletín No. 237 “JUSTICIA Y PAZ” del
Movimiento Franciscano Justicia y Paz de Bolivia, marzo - abril 2006).
El día lunes 18 de marzo de 2013,
al promediar las 14:30 hora en la ciudad de Boston EE.UU, falleció la Hna. Carolina Ortega. La Asamblea
Permanente de Derechos Humanos y el pueblo de Oruro, la recordarán por siempre.
Ya está con Dios, en su gloria y
con Nuestra Señora de la Victoria, para siempre.
Cph.
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